capítulo X

-¿Pero te la has tirado o no?
-Que sí “pesao”, ¿qué te acabo de decir? –contesto mientras se va a atender a un nuevo cliente.
-Pues muy bien, eso es lo que tienes que hacer –dice Damián desde el grifo de cerveza-. Oye, esta mañana trajiste el As en lugar del Marca. –Hablar con Damián es una montaña rusa de conversaciones.
-Otra vez… que sí Damián, que sí. Que el Marca estaba agotado coño. Tres veces van ya con esta.
-Bueno hombre, usted perdone –contesta y me da una pequeña colleja con cariño-. Es que esta mañana llegaste más tarde y a esa hora ya es jodido que queden periódicos.
-He estado en el paro y me vine para aquí en cuanto terminé.
-¡Es verdad! Tenías que ir al paro ¿Pero eso no era ayer? –Damián parece no hacer caso pero se queda con casi todo. Otra gran virtud para un camarero.
-Sí, pero me faltaba una cosa y he tenido que volver hoy.
-¡Qué novedad! –ríe y sirve una copa para mí y otra para él.
-Bueno pero ya está todo. La semana que viene tengo una entrevista de trabajo en un restaurante del polígono.
-Cojonudo entonces, por lo menos te han encontrado algo.
-Irá mucha más gente, sólo es una entrevista. Ya veremos si me llaman. ¿Qué güisqui me has puesto?
-White Label. ¿Cómo es en la cama?
-Depende de cuántos me tome…
-Tú vecina, imbécil –dice y bebe medio vaso de White Label de un trago.
-Ya lo sé. –Pongo su güisqui junto al mío, comparo-. Vaya ritmo que llevas, como sigas así te vas a ir moco a casa. Luego te echa la bronca Pamela y le dirás que es mi culpa.
-Que sí, que sí; ¿Qué como se lo monta tu vecina en la cama?
-Se llama Laura. No lo sé, pero en el sofá es una loba hambrienta -respondo con ese aire orgulloso que tenemos los hombres a la hora de hablar de nuestros trofeos.
-Dejarías el pabellón bien alto ¿no? –Se ríe como si supiese que le voy a mentir.
-Pues claro, chaval ¿con quién te crees que estás hablando? –Efectivamente miento. Miro a los ojos de Damián mientras hablo. Ha colado.

En diez minutos La Galbana se pone hasta arriba. Gente de todo tipo. Creo que la edad recomendada es desde los dieciocho hasta los noventa y nueve. Damián corre de un lado a otro con eficiencia, de vez en cuando me sonríe o bromea. No le gusta verme solo. El camarero al que he sustituido algunos lunes hace lo que puede. Me pone otra copa, se lo ha dicho Damián, y me apunta en su libreta. Muy avispado no es. Llevo meses viniendo aquí y nunca le he pagado. No sé qué datos le llevan a pensar que hoy va a ser distinto. Desde luego no será por los cuatro euros que llevo en el bolsillo y que estoy a punto de eliminar de mi haber comprando tabaco. Llevo un rato queriendo sacar un paquete de Fortuna, me lo impide la pereza de cruzar el bar reventado de personas. Por fin me armo de valor y atravieso el bar creando un pasillo a base de paciencia y codazos. Joder qué caro está el tabaco. Lo pienso cada vez que compro. Cada vez fumo más. Cuando vuelvo a mi rincón veo a Sergio.
Sergio es un tipo enorme a lo alto y a lo ancho. Tiene un par de años más que yo y cuando habla adopta la actitud de saberlo todo. No es mal tío, más de una vez hemos compartido una cerveza con Damián aquí, en La Carola y algún que otro sitio. Está con dos chicas, más jóvenes que nosotros. Enciendo el intermitente y me voy hacia él. A Damián no le gusta verme solo y Sergio está con mujeres. Dos pájaros de un tiro. Entre el güisqui y las imágenes de Laura que he recordado al hablar con Damián me he calentado un poco.

-¡Qué pasa tío! –rebuzna Sergio sin que aún haya llegado hasta él.
Llego y me abraza. No me sorprende, su borrachera huele desde la otra punta del bar. Pido al camarero que me acerque la copa que he dejado a medias. De cerca las dos chicas ganan, definitivamente me quedo aquí.
-Mira Víctor, te presento a Silvia y Ahinoa. Son dos buenas amigas mías –dice sonriendo de lado e intentando sin éxito guiñar un ojo-. Aquí donde le veis es escritor, por eso no tiene un duro –ríe con estruendo-. No pasa nada tío, hoy corre de mi cuenta todo. Ayer fue mi cumpleaños, lo estoy celebrando todavía. ¡Pon otra ronda! –grita y Damián escucha. Procedo a liquidar mi White Label de un trago. Viene otra ronda gratis y tengo que engancharme al ritmo. Las chicas beben ron con naranja. La más bajita está realmente buena y muestra más ebriedad que su amiga, a la que Sergio aprieta por la cintura. Parece que a ella no le molesta. Tal vez mañana con la resaca lo vea de otra manera.
-¿Qué tomas tú, tío? –me pregunta.
-Jack Daniels. –Ha dicho qué tomo, no qué estoy tomando.
-Joder con el escritor. Venga va, otro para mí. Aunque mezclar esto es pecado ¿sabes?
-No va a ser eso lo primero de la lista cuando vaya al infierno. El mío con Coca Cola.
Sergio se va a trompicones hacia la barra. No pongo la mano en el fuego por que las cuatro copas lleguen intactas. Me quedo a solas con las dos chicas. Rasco mi frente con nerviosismo y la sudoración me advierte de que debo tranquilizarme. Hago un esfuerzo por vocalizar y expeler una frase correctamente construida:

-¿También lleváis celebrando desde ayer? –Éxito, la frase es comprensible, aunque me he excedido con el volumen.
-Así que escritor ¿Qué escribes? –dice la bajita, a la que en su casa llaman Silvia.
-No, nos hemos encontrado con Sergio aquí hace un rato –responde la otra. Una gran virtud esa de responder a las preguntas.
-Ah, ya –mirando a Ahinoa-. No soy escritor –respondo a Silvia- soy camarero. Escribir es una afición como cualquier otra, no soy muy bueno.
-Buah. Bueno ¿pero qué escribes?
-Poesía. –Me empiezo a sentir incómodo.
-Anda – sonríe y se me acerca- recítame algo, poeta.
Sergio irrumpe como un hipopótamo cojo y nos separa de un empujón involuntario. Da sus copas de ron a las dos chicas. Desaparece haciendo ruido y vuelve con los dos Jack Daniels. También se ha pedido el suyo con Coca-Cola. Bebo de mi copa con la vista perdida. Intento que no conversen conmigo durante unos minutos. Necesito un respiro. No es difícil que no me presten atención. Sergio fantasmea a voces. Está contando una historia sobre cómo le partió los dientes a un tipo que andaba molestando a una amiga suya. Una escucha con atención y cierta admiración reprochable; la otra hace lo propio, pero por compromiso y sin admiración.

-Tío, vente para acá, Estás en las nubes joder. Vamos a brindar ¡Por las mujeres guapas! –Brindamos.- ¿Has visto que bien me sé acompañar? ¿A qué están buenas? –Ahinoa le da un codazo para que se calle y Silvia, que antes escuchaba con admiración, me mira y se sonroja.
-Sí, sí, están muy bien. Desde luego si te quejas por la compañía es que estás tonto. A no ser que te quejes de mí. –Él se ríe y Silvia bebe con timidez pequeños sorbos de ron. La otra mira la televisión y baila leve y arrítmicamente.
-No te creas –dice Sergio- con un par de estos hasta tú me gustas. Ándate con ojo.
Silvia ha vuelto a aproximarse. No me he dado cuenta hasta que me ha rozado su brazo. Damián me llama sosteniendo un aperitivo de patatas chip en una cestilla. Voy.

-Esa está hecha, tío. No seas tonto y quita esa cara de gilipollas que con nada que hagas esta noche triunfas. –Antes de que pueda responder suena un ruido de cristales. Damián huye a limpiar el estropicio y le regala su atención al borracho culpable de la reducción de vajilla.
-Gracias por el aperitivo, estás muy generoso. –Damián me ignora.
Vuelvo a Silvia. Los otros dos individuos tontean descaradamente. Se me caen las patatas. Suelto la cesta en una mesa mientras hago crujir el aperitivo con los pies. Tengo que romper el ridículo.

-Si quieres otro día quedamos y te leo algún poema. A lo mejor hasta termino escribiendo uno para ti. –Ha sonado tan cutre y cursi como si le hubiera regalado una rosa de un euro. Por suerte es más su instinto que su razón y se acerca más a mí. Los ojos se le han vuelto enormes. Los míos viajan a intervalos entre los suyos y el escote.
-Ahora nos vamos a ir a casa de Ahinoa ¿sabes? Sus padres no están y tenemos maría. Hemos comprado un par de botellas y vamos a estar allí toda la noche. –Su mano está en mi espalda. Yo no sé qué hacer con las mías. Enciendo un cigarro para mantenerlas ocupadas.
-Ah, bueno ¿pero os vais a quedar aquí un rato más?
-Me parece que no mucho. -¿Cómo es posible que esté más cerca cada vez que habla?
-Bueno, pues ya otro día…
-Vente con nosotros, poeta. A lo mejor te sorprendo y soy yo quien te escribe un poema a ti. –Me toca el culo, me da su copa y se marcha al servicio sin más palabras.

Tres Jack Daniels más tarde Silvia incrusta su lengua en mi campanilla. A Sergio sólo le falta quitarle la ropa a Ahinoa para que esto se convierta en una película porno casera y Damián, que tiene los ojos como si hubiera tomado el doble de copas que yo, nos mira partido de la risa. Por fin Sergio da la orden de retirada. Mis manos ya no necesitan el tabaco para entretenerse y todo está nublado. Ya no pienso en nada más que en follar. Estoy completamente integrado en el cuarteto. Apuramos los vasos. El alcohol no lo regalan. Al menos a ellos no.

-Venga, vamos a mí casa –chilla Ahinoa tambaleándose con Sergio de la mano.
Silvia hace lo propio conmigo.
-Nos lo vamos a pasar de muerte –me dice al oído y vuelve a explorarme la boca milimétricamente con su lengua.

Salimos de La Galbana sin despedirnos de Damián. El aire me entra de sopetón en los pulmones. Siento un enorme alivio y una gran inyección de energía. Me estiro la camiseta todo lo que puedo. Aunque sé que Silvia ya se ha fijado me da vergüenza no ser capaz de controlar mi erección.

-Vamos en mi coche –creo que ha dicho Sergio, apenas se le entiende.
La melodía hortera de mi móvil nos interrumpe.
-Uy uy uy ¿ya te están controlando? –dice una de las dos.
Nunca recibo llamadas a estas horas. Saco mi móvil. Consigo ponerlo del derecho. Enfoco la pantalla como puedo. Número privado.
-¿Diga?

14 comentarios:

  1. real como la vida misma .... me encanta...

    ResponderEliminar
  2. Ahí voy actualizándome, Antolín

    ResponderEliminar
  3. quien llamaaa¿?¿¿¿¿¿¿¿¿

    ResponderEliminar
  4. Eso son los del restaurante del polígono, que le toca currar al día siguiente a las 6 de la mañana... que le den por culo al curro!

    ResponderEliminar
  5. Mari Carmen10 febrero, 2010

    Jajajajaja,qyuién será, será¿? De la entrevista no creo porque ya la tiene fijada.....aaaaayyyyyy adelanta el próximo capítulo a mañana o a esta tarde, no¿?
    Me he reido mucho leyendolo, me trae a la cabeza taaaantos y tantos días pasados.....
    Juventud, divino tesoro. jejeje

    ResponderEliminar
  6. Muchas gracias Natalia. Besos

    ResponderEliminar
  7. QUé bien Álvaro, es un placer verte por La Galbana. Mi abrazo de siempre, compañero.

    ResponderEliminar
  8. Pues no lo sé Ele, se lo tendrás que preguntar a Victor. Un beso guapa.

    ResponderEliminar
  9. Tal vez sean los del polígono, me extrañaría pero cosas más raras se han visto. Un saludo

    ResponderEliminar
  10. ¿Donde dices que está La Galbana?

    ResponderEliminar
  11. Cristina HD11 febrero, 2010

    Será alguna neurona sobria la que llama. NO CONTESTES !!!!!!

    ResponderEliminar
  12. Por el momento no hay adelantos Mari, aunque eso tú ya lo sabías no pierdes nada por intentarlo je je. Un besote chula.

    ResponderEliminar
  13. No te digi nada Paco, porque ya sabes donde está. Un abrazote mayero.

    ResponderEliminar
  14. Seguro que la sobriedad vendrá a tocarle las narices... kisses Cris.

    ResponderEliminar